martes, 28 de abril de 2009

El buscador

Busco el conductor de mi vía al fin del trayecto ejecutado con versos.
Busco la nobleza,
la sencilla cara de la moneda que aún permanezca con brillo.
Busco la hierba que moje mis pantalones,
el perfecto romper del agua con el agua,
la insistencia de la palabra que vacía mi cabeza.
Busco un fuego animal,
primitivo de aliento,
de ayuda severa a mi convicción de disfrutar por disfrutar.
Busco el ser que me aplique el correctivo justo por ser cobarde,
el que me ironice las verdades en una mezcla que solo entendamos ambos,
solo ambos.

martes, 21 de abril de 2009

Recetas caseras de la mamá Vitorita

Ésta frase que podeis leer en el título y nada más, se ofrecía en la cabecera de la contraportada de un cuaderno grueso con espiral que me regalo mi madre hace poco.

Lo había rellenado con recetas, cómo queriéndome alimentar con hojas cuadriculadas y tintadas, que en principio se me antojaban faltas de sabor.

El cuaderno, de colores vivos y estampas actuales, guardaba en su interior una infinidad de sabores y temperaturas que recordaban a ella. Su comida con pringá, su pucherito, sus garbanzos con bacalao, su gazpacho, y algunas más que recordaré y me abrirán el apetito en más de una ocasión.

Ella sabe que su cocina tampoco me hacía mucho "tilín", pero basta con este gesto para que me acurruque en el sofá y saboree esas recetas hechas con el fuego más lento que me puedo imaginar, y que ocupa gran parte de su pecho.

Por ello y porque me hizo soberana ilusión, tengo que decir, que me gusta los tachones de ese cuaderno y que me emociona leerte tan graciosa con tus faltas de ortografía y tus "que aproveches" o "¡ y a comer!" con los que terminas todas las recetas. Que me enorgullece recibir ésto y que sobre todo me emociona hoy ser: "el chico de la Vitorita".