miércoles, 18 de marzo de 2009

Marioneta

Te escucho,
rodeo mi cuerpo con un antiguo juguete.

Te acercas,
pinto mi sonrisa de espectáculo
y me sacas al escenario.
¡Salto!
Reposo mi espalda en la mesa,
y arranca la música.
Suave,
me tiras de los brazos hacia arriba,
una pierna, otra, un brinco y...
caigo.
Toca cara de triste.
Sonrío y ....brinco tras los aplausos.

Todo se apaga y vuelvo al desván,
sin brincos ni sonrisas,
con un golpe en una esquina.

Te vas,
todo oscurece.
Ahora me toca a mí,
me moveré solo.

martes, 17 de marzo de 2009

Rosa sobre tu oreja

Ninguna era tan bella como tú
durante aquel fugaz momento en que te amaba:
mi vida entera
Ángel Glez.




Tus pasos parecen vacilantes, lentos de contoneo familiar,
el que adoptas cuando te miran, el que a mí me hace salvaje.
Traje oscuro y rosa sobre tu oreja, es lo único que alcanzo a ver sobre tú silueta.
Se vá haciendo clara gracias a la farola que también te observa, te sigue hasta llegar a mi ventanilla.

Sonries y sueltas un "soy letal" sin palabras y mostrándome el teléfono movil.
Pensarás en la facilidad que tienes al atraerme con tres letras:
¡VEN!,
Ven ardiente, ven sincero.
Hoy, ven primero.

Rodeas con tus dedos mi asiento. Sin darme cuenta estás sentada junto a mí, junto a mi más sincero yo, aunque mañana no piense lo mismo.

Metes los bajos de la falda entre tus rodillas.
Cierras, abres, al son que te marca la música que ahora tanteo en la radio.
No quieres preámbulos, se te nota con ganas de imitarme;
tú no eres así, tienes tacto, ¡ME QUIERES!
Yo no te lo agradezco,
no lo siento,
no lo sientas.

Anuncias tus preferencias, me miras y alcanzas la llave hasta poner el contacto.
Subes revoluciones sin arrancar, aparecen luces rojas pero no baja el telón, no baja el telón.

Hoy eres más que nunca, solo aceptas sexo. Te impacienta la autovía, te dá rabia que mis manos continúen sólo en el volante.

Tu vestido aparece en los pies y arrugado,
los tirantes ya te hacen poco apaño,
y si te miro...
Rosa sobre tu oreja, sólo rosa sobre tu oreja.

Definitivamente estás loca, loca y hermosa.
Impaciente por el discurso de las ruedas,
mojada como el asiento que te arropa.